Nuestros Pastor
El pastor Juan Radhamés Fernández nació en la ciudad de Santiago, República Dominicana, el 8 de Enero de 1954, donde realizó sus estudios primarios y de secundaria. A la edad de 16 años se convirtió a Cristo, y este hecho cambió su vida radicalmente, ya que su ardiente amor por la salvación de las almas le llevó a dejar su sueño de ser un doctor en medicina, entregándose totalmente a la vida de Dios. En 1973, se traslada a Puerto Rico para cursar sus estudios teológicos. Allí conoce a su futura esposa, Migdalia, con quien más adelante procrea dos hijos, Ibzán y Kelwin Isaac.
Sus Comienzos
Luego, viaja a Estados Unidos para continuar sus estudios, y establece su hogar en la ciudad de New York. A la edad de 25 años inicia su ministerio pastoral, y en 1983 comenzó su ministerio radial “El Amanecer de la Esperanza”, llevando mensajes de restauración, consolación y exhortación al pueblo de Dios, en el área tri-estatal de New York, New Jersey y Connecticut.
Su Ministerio
Su constante búsqueda del Señor lo lleva a una nueva experiencia con Dios, a la vida en el Espíritu, lo cual le obliga a dejar la institución religiosa donde se congregaba, para ser guiado por el Espíritu a la verdadera vida de Dios. Fue entonces cuando lo que era su programa radial se convierte en un ministerio cristiano, donde empezaron a congregarse aquellos que seguían su mensaje por la radio, y hermanos que conocían su testimonio cristiano, que era un hombre piadoso y temeroso de Dios. Por lo que, desde 1986 y junto a un gobierno de ancianos establecidos por Dios, pastorea el ministerio El Amanecer de la Esperanza.
Su Misión
En su misión apostólica, el pastor Fernández ha sido enviado por Dios a ministrar la Palabra del Reino de los cielos a iglesias y ministerios a lo largo de Estados Unidos, el Caribe, Sur América, España y otros países de Europa. Su programa “Voz de Restauración”, órgano oficial del ministerio, es retrasmitido en diferentes medios de comunicación en Estados Unidos y toda Hispanoamérica, incluyendo Europa.
En estos últimos años, él ha escrito tres libros donde se han plasmado las experiencias, enseñanzas y revelaciones que, a través del trato con Dios, ha experimentado en lo personal, en su vida pastoral. Sus obras: “Manual de la Vida en el Espíritu” y “Para que Dios sea el Todo en todos” fueron destacadas por la Asociación de Editoriales Evangélicas Hispanas (SEPA) en la reunión de las casas editoriales (EXPOLIT) que se realiza en la ciudad de Miami, anualmente. Ambas obras, obtuvieron el primer lugar de los premios SEPA en el año 2003 y 2004, respectivamente, como los libros más vendidos en Hispanoamérica, en la categoría de “Estudio Bíblico”.
En su más reciente publicación, titulada “La Honra del Ministerio”, nos habló del significado del llamamiento según Dios, y el Señor le dio la gracia de sacar del “torrente de sus delicias” (Salmos 36:8), una dosis balanceada de los tres elementos del ministerio profético: edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3). Por tanto, la palabra revelada brotó con autoridad apostólica y unción profética, de tal manera, que fuimos retados por la verdad y, a la vez, inspirados por la gracia del llamamiento. Pastores y ministros de Dios de Estados Unidos y países de Hispanoamérica, incluyendo Europa, que han tenido la oportunidad de leer sus publicaciones, han testificado que sus vidas han sido muy enriquecidas, y admiten que estos libros poseen la señal inequívoca que identifica un mensaje cuando este procede del cielo, y es que los condujo al corazón de Dios.
Su Visión
La visión de Dios para su ministerio es la restauración del culto a Dios, del gobierno de Dios en la iglesia, y la proclamación del evangelio del Señor Jesucristo. Finalmente, quiero terminar esta semblanza con las siguientes palabras, que usó el pastor Fernández como dedicatoria en uno de sus libros, las cuales definen claramente su anhelo como hombre de Dios y nos da una perspectiva más clara de quién es él: “Mi corazón sólo desea una cosa: adorarle. Mi alma sólo posee un anhelo: servirle. Mi espíritu sólo tiene una aspiración: amarle. En mi oración sólo se oye un ruego: ¡Qué Dios sea el todo en mí y en todos!”