Mensaje profético dado a nuestra congregación el 31 de diciembre de 2005, por el pastor Juan Radhamés Fernández.
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” -Isaías 57:15
Todo aquello que es elevado, alto y encumbrado representa a los ojos humanos algo inalcanzable y prominente, así debemos entender la sublimidad y altura que hay en Dios. Mas, aunque Él es Alto y Sublime y habita en la altura y en la santidad, también convive con el humilde para vivificar el corazón de los quebrantados, de los que están abajo, para llevarlos arriba, a la diestra de su poder. Por eso, Dios es amante de las alturas y busca lugares altos donde permanecer.
El arca de Noé reposó sobre los montes de Ararat (Génesis 8:4) y Dios preservó su vida y la de sus hijos cuando las aguas cubrieron la tierra y destruyó toda alma viviente. En el monte Horeb se le apareció a Moisés en la zarza ardiendo (Éxodo 3:1-2), y le dio la encomienda de sacar a su pueblo de Egipto para que le sirva en el desierto; y fue en el monte Sinaí donde con su dedo escribió Dios las tablas de la ley (Éxodo 24:12-16).
El monte alto de Basán; el monte de Sion, que es Hermón; (Salmos 68:15; Deuteronomio 4:48) son los montes de Dios. Desde los montes y las montañas Él nos habla. Por esta razón, Jehová prohibió a Israel adorar a los ídolos en los lugares altos y sobre collados, y los mandó a destruirlos enteramente (Levítico 26:30 Deuteronomio 12:2).
Cada monte de Dios tiene un mensaje para nosotros. El monte Carmelo nos mostró que Jehová es el Dios, así como aquel lugar alto llamado Gólgota, nos habló de su amor y de su misericordia, mostrando a su Hijo Jesucristo crucificado para engendrar una nueva raza de hombres, como Creador y Rey eterno (1 Reyes 18:37-39, Juan 3:16).
Jehová afirma a los montes con su poder (Salmos 65:6). El monte fuerte nos habla de estabilidad y prosperidad y también de abundancia y seguridad (Salmos 30:6-7; Amós 9:11-15; Joel 3:17-18). También los montes son testigos de las obras de Jehová (Salmos 114:1-4); de sus juicios (Salmos 98:8); de su socorro y de su protección (Salmos 121). Los montes representan la justicia divina (Salmos 36:5-6); el amor protector de Dios para su pueblo (Salmos 125:1-2); su santidad (Salmos 24:1-4); su bondad (Salmos 30:7); y su eternidad (Salmos 68:14-16). Lo mejor está arriba (Deuteronomio 32:10-13,14), pues la morada de Jehová es el monte de Sion (Isaías 8:18) y desde sus alturas nos ha bendecido. Por tanto, la salvación viene de lo alto.
Las Escrituras dicen que hasta el término de los collados eternos es la bendición de José, abundante, espesa, la cual Dios nos ha dado por heredad (Génesis 49:22-26; Deuteronomio 33:13-17; Isaías 58:14). José es rama fructífera, por eso JAH nos da su bendición. Por tanto, el año 2006 será un año de elevación, ascensión y de alturas. En este año 2006, el Señor nos profetiza a través de su Palabra escrita, en aquellos versos que describen la visión del profeta Isaías, donde se nos habla del reinado universal de Jehová. Veamos:
“Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” -Isaías 2:1-4
Apliquemos esta palabra a este tiempo: La iglesia representa al pueblo de Dios, la cual será confirmada como “monte de la casa de Jehová” como cabeza de los montes (Isaías 2:2), y vendrán los pueblos a la casa de Jehová y tendremos paz. Este año será un año de crecimiento, de abundancia, de amor. Prepárate para la abundancia de Dios y del gozo del Espíritu Santo. Dios te va a afirmar en el monte. Viene todo tipo de crecimiento de Dios para su pueblo, por eso Dios nos pidió antes que limpiáramos el campamento de toda inmundicia, para recibir lo que viene.
Jehová está donde hay honra, y nos llama a la excelencia. El año sexto corresponde a un número de hombre, pero también es un número de plenitud y gloria. El día sexto hizo Dios al hombre a su imagen y semejanza (Génesis 1:26-31), por tanto, viene la imagen de Dios en nosotros, para que reine el hombre nuevo, Cristo en nosotros. De esta manera vamos a enseñorearnos de todo lo que Dios no ha entregado, como creyentes y como iglesia.
La iglesia se multiplicará, porque será un año de dominio y aprobación de Dios. El año 2007 será un año de reposo, como la tierra reposó en el séptimo día (Génesis 2:2). Y en el año 2008 habrá un reinicio.
El monte de Jehová es el monte Sion, el monte de su santidad, porque donde Dios habita hay santidad. El salmista inquirió a Dios: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?” (Salmos 15:1), y Jehová respondió: “El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; Quien su dinero no dio a usura, Ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás” (vv. 2-5). Por eso, en el año 2005 el Señor nos pidió que nos limpiáramos para llevarnos a sus alturas. Ahora «¡Sube conmigo!», te dice el Señor.